martes, 21 de diciembre de 2010

Nuestro turno.

Dejarme la noche callada, con estrellas rotas y madrugadas con humo temblando en mis ojos. Soledad ante el frío, imaginación para pasar un día más. Roces de manta y lápiz hacían del mundo uno diferente y lleno de sensaciones y presiones en el pecho, delirios en forma de vibración cada vez que respiraba hondo.

Asomado arañando el cristal, soñando afinar en la noche mis encuentros y despedidas entre gritos y tormentas, golpes de lluvia y multitud incandescente.

Se congela el sueño mientras derrocho mi noche mirándote desde la memoria herida. Fumo un cigarro para escuchar el perfume de tu luz manchado por escritos y fotos de tu última fiesta. Si suspiras esparces todas las cenizas que queman la nostalgia e impaciencia de un tiempo que, de momento, hace que crezcamos, dudemos y esperemos nuestro turno mientras nuestra vela alumbrada anochece.

Recordar como un verso poético cómo te conocí. Algo movió todos mis papeles y libros de mi escritorio. Algo hizo pasar las hojas de mis noches anteriores, de mis reflejos y matices olvidados, algo recorrió inesperada y dulcemente las cortinas, los espejos, mi música callada. Algo con susurros rubios que azuleaba por donde pasaba. Sé que entró por mi ventana al escucharme temblar cuando la dejé de par en par… Y así, sin previo aviso me puse a imaginar cómo sería si te quedases cada noche.

De vez en cuando recuerdo cuando la vereda de mi persiana estaba cerrada sin dejar que la luz cantase al albor. Ahora desafío, en el silencio, mi destino y solo pido que aparezcas sobre la rutina ofreciéndome luz y variedad.

Y como todas las noches desde aquella noche de aires ausentes, tú de nuevo incitando mis madrugadas, volviendo a hacerme creer que el carbónico se agota de tanto juntar letras con tinte dedicado. Vuelvo a echar horas a la coartada perfecta para raptar de nuevo un paraguas cuando chispee, para manchar, tal vez, una tarde gris e inconclusa de rojo color caramelo. Para recordar, a tu lado y junto a versos en prosa cómo la panza del horizonte de un cielo naranja puede ser solo rota por tus ojos al azulear.


Autor: Ricardo S.T.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mechón azul.

Excusa azulada que me enrosca entre tus mechones sobre el cuello y los matices de la curva de tu espalda.
Visiones de suspiros que estremecen cada vez que te conozco, que entiendo cada letra que expones sobre cualquier folio o servilleta, sola, con tu carbónico helado, dedicada tras sollozos inmensos que se mueven con dulzura tras el roce de tus lamentos.

Formas de mandíbula para enrojecer la noche y sus acordes… Para sentir el frío tras el cristal y cristalizar cada pestaña que rapta tus ojos hasta tan tarde.
Manto de luna y luz azul que cubre, tras cenizas y humo, una sed inconclusa y escandalosa de compañía alternativa huyendo de mi rutina.

Horas trasnochadas observando el baile de la bombilla en mi habitación. Disfrutando de la luz que se escurre entre la vereda de mi puerta esperando tal vez, algún día iluminar aquel camino que nos lleve hasta libros con musas azules que encandilen la parte bohemia de las situaciones más rutinariamente cotidianas.

Maldigo tu ausencia, maldigo los lamentos, maldigo la falta de sueños, maldigo todo lo que no haré. Maldigo la carta llena de heridas que no puede alumbrar al destinatario, maldigo mi voz sin tu voz. Maldigo todos los deseos que nacen en mi boca y terminan rompiéndose en mi copa.

Aunque quizás la vida nos deje como herencia un día en el que todo será diferente, con noches de otoño y marzo, verano y diciembre, noches robadas desde el tacto de tus manos buscando en mi ropa, todas las noches señaladas en tu portal. Madrugadas encerrados y liberados en un baile, en un sueño, en un coche.

Notar, quizás, el frío de tus manos que no cesa, la mirada perdida en una costa azuleada, observando cómo mil gorriones rompen el cielo naranja cada atardecer mientras dedicas tu vida a saltar, desde mi mano, a un roce dramático de versos en prosa.


Autor: Ricardo S.T.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Segunda edición 'Volviendo negro lo que corre por las venas'



Desde la editorial 'Bubok' se puede adquirir la segunda edición del libro 'Volviendo negro lo que corre por las venas' de Ricardo Semper Trilles, con contenido extra y mejoras en el formato físico.
También puedes hacerte con la edición en e-book descargándotela por un precio mínimo.


'Volviendo negro lo que corre por las venas' es una recopilación de los relatos más exitosos de Ricardo Semper Trilles, que reflexiona mediante experiencias biográficas los haceres del amor y su posterior declinación hacia lo importante en la vida de un adolescente.

De este libro se han vendido cerca de 60 copias, provocando que Ricardo Semper Trilles fuera autor destacado en 'bubok' en Julio 2010.

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¡Muchas gracias por todo el apoyo que me dais leyendo mi primer libro!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Hacinada.

Demasiadas maneras de recordarte, de volver al lugar donde nuestros bocetos están rotos y arrojados por el viento.

Vuelvo a escuchar el olor de tu sombra, a llorar por soñar contigo en un lugar lleno de canciones… Canciones que nos describan, que nos cubran en invierno y nos quiten el chaqué en verano.

Pero hace demasiados ocasos que me pesa este fracaso y solo puedo ver correo sentimental a tu nombre, ceniza de tu cigarro quemándome la vida y mi casa repleta de fantasmas que tú dejaste en mi cama cada vez que provocabas que perdiera el norte.

El tiempo incumple lo que prometió y se equivoca y erra en tus ojos. Dejó de lado un futuro intacto.

Ahora no ves que la culpa te abriga, piensas que quedan muchas cosas por vivir, muchos encuentros y muchas despedidas. Pero no te paras un segundo a pensar que quizás la canción que buscas no está dentro de un cofre en una isla desierta, quizás esa canción que siempre o casi siempre has buscado está en mi regazo, en mi pelo, en mis ojos y en mis primaveras. No piensas que éramos eternos antes de que te hacinaras con otros amores; Que nadie te haga pensar que nuestros besos no fueron los mejores amantes cuando mi vida ardía en tus labios.

No me gusta pensar que lo cambiaría todo a cambio de que este jodido mundo terminara en mitad de nuestro abrazo.

Tus ojos, tu nariz, tu aro, tus dientes, tus pasos cansados, tus besos y yo encogido en ellos sabiéndome contigo. Mi recuerdo enroscado en tu silueta. Que se abran las ventanas y dejemos que se marchen.

La nostalgia sabe a promesas solemnes de pertenecerte de por vida.
Te dejo como herencia el olor a la tristeza, la utopía desdichada, el recuerdo de otros… Mi amor de cuerpo y alma y mi sonrisa en el suelo.



Autor: Ricardo S.T.

sábado, 30 de octubre de 2010

Demuéstrame rápido.

Demuéstrame rápido, amor mío, que el mundo no roba recuerdos olvidados, que no todos los días son grises y llueve a cántaros mientras la vida se aleja.

Demuéstrame que nuestras cicatrices no queman con la lluvia. Hazme ver que los solitarios tienen una historia del futuro, un mañana con luces brillantes.
Hoy hemos de romper el pacto del planeta con sus mentiras, el pacto de la vida con la gente que espera, de las cadenas del corazón.

No me digas, amor mío, que no fue todo real. No me quieras decir que tus ojos eran un simulacro de vida real. No quiero imaginarme que no eran verdad tus labios ardiendo a la luna llena.

Tenías mis susurros abiertos de par en par. Hechizado por escucharte, creí haberme enamorado.

No digas que todo era mentira, los cigarros consumiéndose, volviendo amarillos los dedos y gris el pulmón, derribando torres de ceniza, esparciéndola con ayuda de presagios involuntarios que se enredaban desvaneciendo cualquier sombra.

Hoy me llega tu despedida sin palabras ni besos. Hoy busco una canción que describa cómo el mundo se volcó por nosotros y de qué manera te convertiste en mi obsesión.

No digas que nada era verdad. ¿Quién provocó que dejasen de haber motivos para posar rumores de victoria en nuestras mentes?, ¿Quién detuvo la ciudad por ti?, ¿Quién devoró nuestros deseos?

No me importa quién te haga estremecer, quién mueva tus caderas o a quien regales tu voz febril mientras pueda quemar alguna noche mientras yo te miro.

Hoy mi ceniza dibuja un cielo en mis ojos, dibuja la silueta de mi cuerpo tumbado en el suelo.
Hoy la ceniza se amontona en mi pecho, rasgándolo y liberando mi corazón, que echará a volar como una bandada de gorriones.

Te imagino recorriéndome el cuerpo con tu voz, haciendo temblar mi ropa y bailando en mi boca, parándome el mundo… Y así pasaban lentas las horas hasta volver a escuchar tu voz.

Hoy dejaré la ventana de par en par por si la bandada de gorriones vuelve congelando sueños. Miraré a la ciudad con aire preocupado y alumbrado por la luz del ocaso.

El mundo se enferma mientras anochece cuando el llanto violento cose mis pestañas.


Autor: Ricardo S.T.

martes, 12 de octubre de 2010

Piscis.

Cielo con amenaza de nubes cargadas de incertidumbre. Lluvia esperada que cubriría de esperas, preocupaciones y lágrimas un camino de vuelta a la felicidad, descubriendo unos nuevos fugitivos, huyendo de la mano hacia nuevos proyectos de vida real, corriendo a través del aroma a hierba mojada y haciendo saltar de nuevo ese brillo embriagador y cristalino de ojos; ilusión por un nuevo día y una dinámica basada en un amor incandescente.

Empezamos con la noche caída y un mercurio doblegado y emergente, propio de mitades de Octubre.

Te esperaba mientras te buscaba entre la multitud, con mi ya tratado baño en un mar de ginebra. Te saludo, sonrisas. –“¿Qué tal?”.

Provocas arcoíris cerca de mis pupilas.
Unas pupilas dilatadas por un foco de luz de la orquesta instalada en la plaza, viendo como el blanco, el verde, el rojo y el amarillo se enredaba en tu cabello a ritmo de salsa cubana, la cual ya demostraste que dominabas mucho más que yo.

Dos besos, -“¿Tomamos algo?”.

De nuevo quería embarcarme contigo, a tu lado, por aquel mar de ginebra (y RonCola) en el que no tenía previsto encallar.

Mártir del sentimiento intenso, viviendo el momento y descubriendo matices de una conversación indirecta, contexto en segundo plano y miedos recorriendo de forma punzante mi espalda.

Conversación estancada entre vasos de tubo e ilusiones medio deshechas, como aquel hielo que hacías rodar con interés aguando tu decente copa.

Melodías envolventes al proponerme descubrir nuestros proyectos. Compañías de terceras personas que no ayudaban a soltarse y un ambiente poco idóneo hacían ver que tal vez mi recuerdo no estaba dispuesto a tener aquel local como el lugar definitivo y recordado con auroras de encanto y roces de manos.

Nos quedamos con una idea basada en el encubrimiento sentimental, una idea que traicionaba a la luna, movimientos torpes y un estudio de mis palabras para intentar convencerte de firmar un pacto para ese momento: Que no se acabara nunca la noche y recortáramos las distancias físicas más veces que de vez en cuando.

Entramos en un nuevo garito, uno muy bien puesto y con música que obligaba, por suerte, a hablar cerca del oído para poder ser escuchado.

Intensificación de la piel al compartir un rojo sofá, en una esquina y con la compañía de una vela consumiéndose y supurando cera líquida.

Otra vez no dudamos en tener como amistad a un vaso de tubo, con su hielo y su mar de ginebra para seguir buscando la tónica conversacional que pudiera, quizás, acercarme un poco más a tu corazón, bombeante y guardado con candado bajo llave.

Temblores en las manos, trago al gintonic. Fumo un cigarro y veo como vibra el humo de mil pitillos en el ambiente. Respiro hondo. Me sincero. Risas, nervios, prisas, miradas. Un ritual que provoca que me ponga tenso, buscando un sentimiento similar en ti. Beso. Besos. Mano en la cabeza y yo con mi tensión en la piel.

Trago y roce de cubitos en tus labios.

No oigo la música, no veo a la gente, la vela se ha apagado y tú sigues a mi lado, muriendo de nervios, contenta, preocupada… Me pides tiempo. Me arrojas hacia un posible futuro, sin visiones de proyectos que se esfumaron con conversaciones que intentabas fueran coherentes.

No sé cómo hacer que te dejes convencer de que podemos tener fe haciéndonos cargo de este sueño, sin posible fracaso y con lecciones aprendidas.

Me miras, así tan duro y tiemblo. Me apartas al cajón de los quizás, del plan B, de estructuras sentimentales. Me miras y quiero volver a besarte, a regalarte nuevos abrazos y seguir intentando huir de la mano al precipicio para no volver a soñar, ya que convertiríamos lo soñado en real.

Es hora de despedidas, sin canciones de amor y sin fechas marcadas en el calendario.

Dos besos. Dos, rozando tu mejilla y acordando futuros “hablamos” o “ya te llamaré”, recordando la tarea de completar tu canción, mi canción… La nuestra.

Salgo del garito, encallado. Y veo que la amenaza de lluvia ya moja el asfalto con una manta de desencanto empapado.

Fumo un cigarro esperando que la ceniza y el humo me digan que las cosas van a marchar bien, que abrazaré de nuevo la curva de tu espalda y que quizás, alguna copa decente venidera haga salir el sol apartando nubes y fracasos.

Mi caminar cabizbajo, empapándome y provocando coronas de agua. Agua sin truenos, ni relámpagos que iluminen el cielo gris.
Hoy volveré a soñar con proyectos, volveré a ilusionarme con posibles caminos a recorrer juntos, quizás con aprender a bailar… Pero a sabiendas de que son sueños de papel, fáciles de que los cojas y arrugues, arrojes y mojes. Aunque no está todo perdido, dejaré mi ventana abierta de par en par por si decides volver de repente. Recuerda que hay alguien que piensa en ti, y sonríe pensando que aquellos proyectos y sueños de papel pueden ser reales y así provoquen que pueda dormir a una hora decente, sin ver cada día como las veredas de mi persiana se inundan de naranja amanecer, de un despertar luminoso que refleja en mi cara y me hace saber que todavía he de estar volviendo negro lo que corre por las venas cada noche de mi vida hasta que tu pálpito reaccione a mi favor. Al favor de la Luna.


Autor: Ricardo S.T.

martes, 14 de septiembre de 2010

Sense cap tipus de motiu.

Sense cap tipus de motiu aparent el cigarro de les cinc i mitja de la matinada em porta records teus, records de platja i estreles reflectides en el mar.
El fum boira l'habitació i provoca que vullga tancar els ulls fins i tot sabent que si ho faig et continuaré veient encollida als braços d'un altre noi.

No hi ha manera de saber com fas que s'encollisca el meu cor si recorde la força d'un puny alçat o una llengua treta mentre la fotografien.
No comprenc per què he de notar el buit a la meua gola i tindre la necessitat despertar-te, recordar-te que existisc i intentar raptar-te una vegada més.

No em reconec a mi mateix, mirant espantat com es consumeix el cigarro, pensant en, potser, pèls enroscats atrapats per anells detallats o mirades que es confonen amb el rumor de les onades d'aquella platja on et vaig besar.

El rumb de l'existència sobreviu a base de cendra, aguanta il·lusionat amb peus soterrats en arena o pedres amerades per la humitat nocturna.
Tinc por de donar l'última calada sense possibilitat de seguir sorprenent-me cada vegada que em gite i somni amb tu pujant al meu cotxe, o contemplant la panxa de l'horitzó marí tan sols trencada per aquell petrolier.

No entenc com se m'eriça la pell si penso en un possible rescat en alta mar, o com m'estreny el nuc de la gola si imagine un naufragi que provoque marejada negra.

Mirada dèbil, parpelles necessitades de son, la televisió encesa, el llit cridant-me i jo amb la força i el desig de veure't demà, radiant i feliç amb les teves innumerables arracades, fregant, tal vegada, la mateixa brisa que coincideix en la meua direcció, escoltant, potser, rumors als que faces cas.

Eixos rumors et demanen que et jugues la resta amb mi, apostes fortes per la mà dèbil.
Eixos rumors et demanen que t'atrevisques amb el xic de negre, sabates de vestir en la platja i cervesa calenta com a única opció alcohòlica. Et demane que et deixes raptar de nou, fora de complexos ni conversacions alienes a nosaltres. Els rumors no volen que aparega eixe petrolier que em llevava temps de pupil·les dilatades i besos tacats de salnitre.

Sis del matí i puntes de cigarret doblegades, encorbades dibuixant el fons del cendrer. Somni amb què el Sol em diga clar què fer, si deixar que futurs vinguen senzillament… O jugar-me el tot a l'anomenada mà dèbil, apostar-ho tot. Tal vegada siga una mà guanyadora i, llavors sigues tu la que m'oferisca alguna que una altra cervesa freda en qualsevol racó. O tal vegada siga només il·lusió i massa fum en la meua habitació.


Autor: Ricardo S.T.

lunes, 30 de agosto de 2010

L'estrela roja.

Puc comprendre que tal volta no fos el teu paisatge perfecte, també puc assimilar que no volies escoltar el rumor de les oles que trencaven al apropar-se a les pedres que ens rodejaven. Però, amb tot, el refleix de les llums nocturnes d'un petroler que estava situat a l'horitzó, just trencant la barretja de mar i cel i la llum incandescent de la lluna fa que somnie cada nit amb els teus ulls, acurrucats i mirant-me radiants mentre que ens mullavem la roba per la humitat de les pedres de la vora.

El teu somriure em va fer viure una necessitat innata, una voluntat d'escoltar la teva veu més a sovint, una necessitat que fa que la teva companyia siga imprescindible per a un futur paisatge en el que tu i jo siguem part de la nit, siguem, per fi, un eco tènue continuat.

Continue somniant si et mire… No vull que sigues un mirall perdut. Vullc vore'm cada nit en les teves pupiles i celebrar-ho junts amb llitres de cervessa freda.

Vull millorar al teu costat. Vore't com mous el teu serreny quan et rius, com traus la llengüa si et fan una foto o tornar a sentir el salnitre als teus llavis.


Autor: Ricardo S.T.

domingo, 15 de agosto de 2010

Plaza.

Ponte en situación: Estrellas que se esconden tras las nubes que rompen la noche…
Una plaza empedrada y melodías etílicas correteando por las caderas de los espectadores.

Diez mil pensamientos cruzaban mi cabeza esperando a que se encendiera la chispa que desatara la noche.

Fiesta, guirnaldas de verano y brindis por la amistad y por el amor y sus fracasos.

Y entonces te veo entre la multitud. El aire no corre, la música se para. No hay grillos cantando ni nadie a mi lado. Solo está tu pelo, ondulado y suelto balanceándose, y tus ojos cansados, tus labios mojados.

Flotas cuando bailas, y lo haces en diapositivas mientras la música corre entre tus caderas y el alcohol fluye por tus venas.

Sombras y vaho a tu alrededor, miradas al cielo y suspiro al suelo, cuatro de la mañana.

Reacciono y la música golpea mis oídos, pestañeo y no puedo dejar de seguirte con la mirada. Me acerco a ti. Algo en mi pecho se tensa.

-¿Cómo estás?- Sonrisa.
Escucho el rumor de la gente mientras te beso en la mejilla. Adoro tu perfume. Te tengo otra vez cerca después de perderte a miles de kilómetros lejos de este continente.
-Nos vemos luego- Te digo.
-“Adiós”-respondes.

Te quiero… Me lo callo.

Y de tanto tensarse, lo del pecho se rompió.

09:30 de la mañana, el sol golpea en mi ventana mientras pienso en paisajes pasados, ritmos futuros, y tú a mi lado y muriendo de sueño.



Autor: Ricardo S.T.

lunes, 2 de agosto de 2010

Agosto para ti.

Sensación de presagios otra vez bajo nubes nocturnas. La consolidación de la soledad con tu recuerdo que provoca llanto y dolor.

Bajo la madrugada, el dolor se enrosca en mi garganta porque no puedo encontrar la parte afín que me completa, la parte que me haga conseguir poder olvidarte.

No puedo descansar, ni recostarme sobre la almohada, ni siquiera intentar seguir con la mirada a un grupo de gorriones que rompe el cielo naranja sin que tú me nubles, porque estás constantemente en mi cabeza.

Quiero poder conseguir que no me sufra el corazón cada vez que coincido contigo por la calle. Es entonces cuando pienso si cambiar de acera o saludarte, tentar a la suerte esperando respuesta. Ponerme enfrente tuyo mientras mil nervios sacuden mi espalda.
Preguntarte con boca cobarde cómo estás y soñar con un abrazo con el que poder resignarme y volver a rozar tu pelo. Quizás mojarte la camiseta con unas cuantas lágrimas y decirte que cualquier día de estos, de sol y Agosto, sería bueno tomarnos algo en cualquier garito. Tal vez estrechar pupilas y hacerte saber que quise ser eterno junto a ti.

Pero hay silencio y distancia si nos cruzamos. No hay ángeles que sacudan el cielo ni sueños terrenales que hagan que la ciudad se pare, que las aves dejen de volar y la calle se calle y deje de gritar… El mundo no se estremece ni se gira a mirar que estamos solos tú y yo, y nada más.

El viento tampoco se para. El aire no deja de correr. Seguiré esperando entre las veredas de mi persiana que la noche ambiente mi habitación. Seguiré escribiendo tendido y deshecho sobre la cama, esperando que el destino se despierte y te haga leer mis letras… Y te quedes pensando, quizás con la mirada perdida si al verme seguirás de frente o te detendrás a ver cómo afectan las estaciones a nuestro árbol, otra vez.

Quizás los días sigan siendo grises e iguales, llenos de calor que sobra y hojas verdes.
Quizás con el frío y las chaquetas llegue un temporal donde necesitemos algo de calor, ese que tanto echaremos de menos… Ese que tanto nos sobra ahora.

Y la Luna y las estrellas ya no dicen nada porque tú no estás a mi lado.


Autor: Ricardo S.T.

lunes, 28 de junio de 2010

Milana y la Luna.

Las Milanas te dejarán la vida de lado, azuleada y llena de llanto y rencor. Milana te enroscará con violencia todas las venas y arterias de tu cuerpo, amarrándolas con exacta lentitud a la mirada arrasadora que quema tus pupilas. Te abrasa las pestañas inflamando tus párpados. Araña tus labios, desgarra la carne con cada beso y te destroza por dentro.

Milana deshila tu camisa, te desabrocha el cinturón, se contonea entre el hueco de tu cintura, roza con su nariz y lengua todos los ecos de sensaciones de emociones… Hasta que te mutila el alma. Hasta que ves que su pelo rubio, moreno, castaño o pelirrojo besa las carnes de otro naufrago, muerde los momento de otro reloj y regala deseos por su boca azul.

Milana es jodida, nos matará toda la vida.

No te fíes de nuevo de la Luna, está encaminada a confundirse con Milana. La Luna te irradia, la Luna te machaca la laringe, crea vacío en tu garganta y te apuñala en el estómago, haciendo que quieras amar de nuevo a Milana. La Luna te susurra sensaciones al lado de Milana, te recuerda paisajes y suertes de otros tiempos, te recuerda como te cogía de la mano, o te besaba. Te recuerda cualquier suelo embarrado, cualquier vaho o cualquier veleta. Te recuerda cualquier pista de baile, te besa en el lóbulo de la oreja, silenciosamente te lleva hasta los ojos de Milana, azules y negros, verdes y oscuros, y hace que deslices tus dedos entre su cabello, huelas su perfume y te desmayes entre sus pantalones, rojos, y verdes.

La Luna te mata con cada recuerdo y consejo que te da. Te ofrece veneno a cambio de la muerte, no te deja elección. La Luna es la parte territorial de Milana. La Luna también es jodida, nos joderá toda la vida.

Pobres azuleados de nosotros, embaucados entre sus cueros o marcados por sus pantalones. Somos mercancía barata de oportunidades, somos víctimas de los atentados de Milana. Somos los que se han dejado engañar por la Luna.

Somos jodidos. Quiero olvidarte y estar contigo.


Autor: Ricardo S.T.

sábado, 26 de junio de 2010

Volviendo negro lo que corre por las venas.


Volviendo negro lo que corre por las venas, de Ricardo Semper Trilles.

La memoria biográfica dedicada a los amores hacia las diferentes ‘Milanas’ sigue una línea irregular de estados, sentimientos y emociones hasta llegar a un punto en el cual sabemos que no debemos mirar a la Luna, sino que hemos de seguir rompiendo los lazos que nos atan a nuestra Milana particular y descubrir dónde está nuestra salida emocional.

Disponible en Bubok.

sábado, 19 de junio de 2010

La Luna haciendo candela de día.

Ahora sé que debo sufrir a mi manera, porque necesito respirar, rompiendo cualquier motivo por el que estremecerme. Sin tener en cuenta cuando mi corazón se enrosca en mi pecho, sin hacer caso al vacio de mi garganta, punzante, ni a la luz que me desespera.

La vereda que resuena no para de gritar para encontrar mi destino. La luna haciéndome candela y mi piel activándose. Lucero que me llama a la locura rubia. Sigo estando vivo a pesar de desanimo, sigo enamorándome de ese brillo mágico tuyo que me hace vibrar. Y tus ojos son solo humo en mis pupilas. El infierno de la poca distancia que no puede retorcer la idea de condenarme por un beso.

Sensación de emoción si te noto a mi vera… Pero sin oportunidad de estar cerca de tus labios, de tus pecas, de tus estímulos que me provocan sin rechistar… De tu pelo, de tu espera haciéndome otra candela de deseos mientras la Luna me ilumina.

… Y al día siguiente te conviertes por deseo expreso de las estrellas en una de esas Milanas, una Milana más o menos rubia, que me arrancan la piel pero no puedo dejar de ver… En una de esas que se pasan su vida entera volviéndome negro lo que corre por las venas.



Autor: Ricardo S.T.

sábado, 1 de mayo de 2010

Ver tu nombre por mirar al cielo y descubrir la frialdad que le rodea.

Ver tu nombre por mirar al cielo y descubrir la frialdad que le rodea… Y no poder encontrar el significado, no poder buscar el porqué del dolor en mi garganta ni del frío que desprendo al acordarme de ti.

Ver tu nombre palpitando matices y estrellas que me hacen recordar como la mentalidad de la luna velaba por nuestro futuro, impaciente de besos, impaciente de ambientes idílicos llenos de perfección y bienestar a tu lado.

Párpados rendidos sobre mi pecho y la idea planificado de agotar nuestros cuerpos en el cielo de nuestra cama, con sensaciones de emociones palpables en nuestras caderas.

Verte mover de nuevo la cucharilla a conjunto con cafés y conversaciones que esperan estrellas nocturnas que vengan a cuidar de nosotros. Ver tus verdades enteras. Ver que no somos la copa rota ni la sangre que desprende la canción de nuestra vida.

Estremecerme al recordarte y querer olvidarte. Olvidarte y pensar que me equivocaba cuando prometí que seríamos eternos.
… Dejar de ver desde que supe que ya no me querías.

Abrir la ventana y escuchar el viento que susurra entre las rejas, las paredes, las hojas de los árboles, las miradas, los juegos, las mentiras, los besos… Cerrar la ventana y escuchar el ruido… El ruido del pasado. El ruido de tu risa. El ruido permanente de tu recuerdo.


Autor: Ricardo S.T.

domingo, 4 de abril de 2010

La luz que llora.

La luz que llora, reflejo interior buscado desde la armonía de la felicidad.

La tele apagada, mi cuerpo muriendo y sonando música. Un rostro delante de mi reflejo apagando la luz. Otros paisajes me atan un nudo en la garganta… Y no me atrevo a decir nada porque tus ojos, sin duda, son para mí… Aún tan cargados de oscuridad ni nostalgia.

Y ayer por la noche estabas como entonces, casi igual, pero había distancia, tiempo pasado y muchos errores que provocaban interrogantes de jóvenes promesas.
Ecos de susurros. Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro.

¿Para qué levantarme mañana? Brillante y solar golpeando la vida, golpeando silencios y haciendo que se vea más tu ausencia.
Cerré los párpados, intentando que una brisa encogiera en mi mandíbula y se enroscó en tímidos llantos. Se erizó el vello y la piel se estremeció. Ya no grita el frío, ya no corre el viento, pero la cortina insiste en que otro movimiento sin inventar es posible, y baila… Y baila y sortea matices de color y motas de pasión unidas a los desarraigados victoriosos de una noche de ofrenda a la soledad.

Todas las madrugadas con sus horas y manijas recorriendo fueron pasadas dentro de mi cama, inundándome en el novel de la moral de nuestro sexo, sabiendo que ya nada justifica nuevas puertas ni delirios post-venta que hagan que se rompa nuestra hoja de reconciliación.

El espejo del baño grita por mis ojos rojos, levantados y conjuntados con cejas oscuras, latientes a ritmo de llanto y silencios.

Pupilas brillantes encima de la cama.
La mano izquierda sujetando mi cabeza, la derecha detalla todo aquello que mata. Caen gotas encima del papel.
Contorno púrpura absorbiendo el fin de la noche cuando resuenan y hacen vibrar las paredes de mi habitación las siete “ante meridiem”.

Hoy hemos llenado la copa rota, hemos abierto la puerta a situaciones peligrosas y no existían lluvias ni lunas a las que lamentarse.

Un bostezo ausente recorre la pared dedicando sueños a tus huellas.
Y afuera no hay dudas a las que rozar ni ventanas por las que verte y descubrir que tú también echas en falta que la primera reflejada solar venga con noticias reconciliantes mientras te tomas el desayuno.

Gotea la memoria si recuerdo cómo tu boca me provoca si me toca, me ríe o me destroza… Y hace sombra la tele encendida; compañía la manta en el sofá; Melancolía encendida… Las ganas de llorar.

Sonidos de noche con matiz marcado situando acciones en una cuenta atrás que provoca que nuestros cafés discutan por no coincidir en el color de la taza y todo eso sabiendo que aunque en el infierno, queremos que sea eterno.

Las letras sirven para dejar el frío de lado y que abrazos desaparecidos puedan cambiarse por el tinte negro de mi carbónico… Aunque no quede manchado de ti, aunque sepamos que sin verbo no hay acción, y sin acción no hay frase que cree adicción.

Quiero restar Febreros junto a ti, que no haya duda de mi continuidad vital durante todas las velas por apagar.
No sé cómo decirle al brillo mágico que alumbre nuestro camino, ni de qué forma decirte que me aprietes muy fuerte la mano y no me sueltes nunca.

Si se callase el frío tendría una excusa para abrir la ventana y que las cortinas pestañearan dando paso a lágrimas infinitas de viento. Si se callase el estruendo podríamos escuchar como caen los pecados en el cemento de la ciudad. Quizás, si se callasen todos esos murmullos de ojalás podríamos soplarnos en las heridas y comprender que somos iluminados por la luz de la diferencia.

Quizá, si se agrietase la luz de nuestra utopía podríamos hablar de nuestros abrazos, de nuestros párpados rozándose. Que tu voz rompa esta sordidez hablando de nuestro amor imperfecto.

Si pudiese abrir la ventana y dejar entrar sueños, quizás entenderías que nos queda la esperanza.
Y que somos eternos.


Autor: Ricardo S.T.

sábado, 27 de marzo de 2010

Puntos luminosos.

Porque la luz refleja sobre el escritorio. La cama por hacer y la medianoche pasada hacen que las letras quieran salir a bailar.

Tu recuerdo en mi almohada sigue intacto, esperando a que lo visites de nuevo. Y yo, cerrándole las puertas al pasillo veo como la oscuridad me invade, siento que llevo dentro la melancolía que existe en cada hueco que deja cada una de las estrellas que hay si provocas una mirada alta.

Una atracción uniforme recorre las estanterías, recorre cada partícula de sueño que viaja por mi cabeza; Viaja a través de las paredes, descubre los armarios y los cajones parpadean… Un pasillo de oscuridad innata rodea cada minuto de mi reloj.

Un paso hacia el pasillo y ya no hay vuelta atrás, nudo en la garganta, chapurreo de lágrimas en las pestañas y escalofrío en la espalda. Pongo la izquierda delante y doy otro paso. Caricias a mi alma, vello erizado y luces oscuras que pasan al revés del sentido común.

Mitad de camino, cilindro opaco de sensaciones que me aportan temblores al cuerpo y sollozos de incoherencia.
Paisaje ciego. Sin luz ni formas existentes. El color más oscuro crea un dominio superlativo, una superioridad dictatorial.

Incandescente negro me funde conforme avanzo. Mis pupilas se contraen al ver puntos blancos mezclándose entre sí. Pequeñas partículas omnipresentes en constante movimiento cruzándose por el vacío universal de mi pasillo.

Las luces se hipersensibilizan haciendo juego con mis sentimientos, abrazándose con mis emociones y salpicándome de calma.

Las luces se hiperactivan. Su estela es eterna y llega la primavera personal para cada una de ellas. Todo se llena de color sin luz. Son colores fluorescentes que han desterrado al blanco y se divierten contando pasiones.

Me acerco, estoy cerca del final del pasillo, lo sé porque las luces van a compás de mis palpitaciones. Dudo si las luces serán el todo o no serán nada. No sé si son luces.
Me acerco y las cogen forma. Se movilizan y mi vello desciende hasta rozar mi piel. Mi cuerpo levita entre densas caladas y gritos de silencio.

Quiero tocar las luces, pero no puedo… No son luces. Cada punto se alinea para formar un espectáculo floral que hace emanar vitalidad y una compasión mortal. Cada punto de luz es una flor. Hay de todos los colores, blanco, verde, amarillo. Es una fiesta multisensioral.

Elijo una rosa, elijo un color, el blanco. Me recuerda a ti, me recuerda a mí. La rosa blanca hace que mi sábana recuerde la sinfonía de amor que rodeaba nuestros cuerpos prietos.

Sus pétalos son aterciopelados, flexibles. La rosa se abre y se cierra cada segundo. La rosa me invita a bailar y consigo raptarla para llevársela a mi corazón.

Vuelvo atrás, las flores son puntos de colores, y éstos, con los pasos, son puntos inertes.

Abro la puerta de mi habitación, veo que el Sol ha amanecido antes solo para anochecer más pronto. Cae el Sol, cae la Luna, cae la oscuridad y con ella, la luz. Cae mi mundo… Pero yo me acuesto, quiero soñar. Me giro y de repente te puedo besar. Mi almohada nos felicita.

… Quizá mañana ponga una luz en mitad del pasillo.



Autor: Ricardo S.T.

lunes, 22 de febrero de 2010

Disfrutando de la oscuridad que hay entre las sábanas.

Disfrutando de la oscuridad que hay entre las sábanas, viviendo una realidad alternativa con unas características relativas. Estaba soñando que soñaba y no despertaba si no era a tu lado.

Oigo que me muevo y siento que te llevo dentro. Terminé el día cuan la flor se abre y se lava la cara. Terminé la noche pensando que te echaba de menos.

Una presión me despertó. Pálpito. Me giré… Tu figura. Creí que los sueños aun jugaban conmigo. Nada más lejos de la realidad, me desperté soñando. Sonrisa, vente a mi cama. Beso. No lo puedo creer.

Quédate a vivir un millón de años entre las dunas de mi cama. Nos enroscaremos eternamente y bajaremos la persiana. La reflejada solar no existirá para nosotros y renaceremos existiendo entre las estrellas, los cruces, las puertas, las luces.

Tu río moreno resbala por mis dedos. Tu calma me altera. Te sobra el suéter.
Recorro tu cintura con exquisito interés sabiendo que nos dejaremos llevar cogiendo las riendas de nuestra rebelión emocional mientras subo tu camisa. El instante, el ambiente, nuestro presente… Estoy impaciente.

No me importa nada mientras estés en mi cama aunque la que sale del Este golpee la ventana a las tres de la tarde. Para mí estamos de Luna llena esquivando las estrellas y moviéndonos por la silueta de nuestra voz.

Besos en círculo, se estropea el reloj. Apriétame bien la mano, que ya no veo. Las hojas del calendario se queman. Tu cadera insiste: “Sácame a bailar”; Rózame el alma, lléname de besos, líbrame de rezos; Alma rota, no queda ropa; Sabemos lo que siento porque vivimos el momento. Sabemos lo que sientes porque disfrutamos los instantes.
Miramos el edredón y preguntamos decisiones al termómetro.

Cinco de la tarde, no vemos la distancia, tu cuello arde, llegamos a la esencia.
Clavas las uñas, miras tus párpados, las caderas juntas… Llevamos horas sin estar parados. Jamás querremos estar separados; quedamos atontados, nos aprendemos todos nuestros lados.

Siete de la tarde, tu ombligo persiste: “Invítame a amar”. Tu mano, mi brazo, la sábana, me cubres, me abrazas, te enroscas en mi regazo.
Me besas. Sueño, almohada.

Nueves de la mañana. Te espero en mi cama. Hoy no vienes, hoy no hay revolución.

Miro la manija de mi puerta, hoy no se gira para darte paso. Miro mi cama, hoy es demasiado grande… Si no es a tus ojos dejo de mirar… Porque tus ojos no son de este mundo.

Tres y media de la tarde. Mi corazón insiste, me dice que te tengo que llamar.

… Y es que, ya no sé vivir sin ti.



Autor: Ricardo S.T.



Próximamente saldrá a la venta la primera publicación que recogerá algunas de las mejores novelas escritas por Ricardo Semper Trilles. Una recopilación que estará en breve en el mercado online y en tiendas físicas.