lunes, 21 de septiembre de 2009

Entre nuestros rincones.

Y hoy, ahora, miro todos los lados de mi habitación y me entretengo en los rincones con la mirada fija, perdida e intensa…

Miro el reloj y veo que son casi las doce de la noche y agito la cabeza en señal de desaprobación al verte abrazada a matices que no son los míos. Miro recuerdos y empiezo a recordarlos más profundamente, siento tus colores y tus ojos y labios sonriendo en mi cara, veo como pasan las luces al revés desde mi ventana y sigo recordando situaciones.

Sigo sentando y viendo resúmenes de mi vida en forma de fotografías, instantes de memoria y recordatorios de sentimientos y emociones.
Me reincorporo a la silla y veo mis dedos intentando destripar mi corazón a base de letras y movimientos… Es demasiado difícil conocer las palabras necesarias para describirte a ti, a mí, a tus momentos, a los míos… A nuestros momentos… A vuestros momentos.

Sigo mirando a los rincones de mi habitación intentando leer mis pupilas, sigo sin pestañear y mi cabeza está hundida en los recuerdos y emociones que nos hicimos para la eternidad… Me duelen los sentimientos y hago “así” con los hombros mientras me cruje la espalda. Levanto la cabeza y cierro los ojos, suspiro y no puedo sacarte de mi cabeza.

Han pasado los días, muchos, también meses… Incluso cuento alrededor de un año y sigo viéndote a mi lado, sonriendo y diciendo lo que piensas, sigo sintiendo ese aroma que desprendías mientras te acercabas y me cogías de la cintura. Sigo sintiendo esa emoción que tuve por verte, por verte y buscar entre los dos cualquier rincón sin luz donde los besos sonaran en el eco y te pedía que te agarraras de mi mano y no me soltaras en ningún futuro.

Quiero que deslices tu pelo entre mis dedos, que pongas mi piel en tu corazón y tu corazón en el mío, me gustaría volver a aquella escena, rodeados de chaquetas y luces, calles y altura. Me encantaría poder decirte otra vez como me siento si estás cerca. Me gustaría decirte que quiero quererte y revivir de nuevo el cuento que me he estado contando cada noche desde que te alejaste de mi cuerpo.

Veo el reloj y es de madrugada, es hora de irme, soñaré contigo, soñaré conmigo y quizás me despierte y todo esto sea un sueño y abra los ojos y estés tú, esperándome sonriendo y haciéndome señas para que me acerque para abrazarme fuerte, tanto que me entren escalofríos de alegría como el que estoy sintiendo ahora mismo.



Autor: Ricardo S.T.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Corazón de color café.

Mi corazón se acelera y estoy deseando que se pare, me cae el café mojándome los pies cuando me dices tus noticias, cuando me dices tus decisiones… Cuando decides dejar mi vida al azar y hacer que me desprecia cada vez más.

Mi corazón se cae y se hunde, recuerdo palabras y vaho, frases y maletas, te recuerdo y no veo mi vida sin ti, no veo un segundo sin tus manos ni tu risa, no me veo si no estoy a tu lado.

Vuelvo a recordar paisajes y memorias, como te miro y te escucho, tu sonrisa formándose en tus labios mientras me cuentas tus cosas, tus caderas llenándose de emociones y matices que hacen suturar mi corazón.
Sensaciones nerviosas y punzantes me recorren el cuerpo pensándote, sabiendo que ya nada justifica nuevas promesas, sabiendo que te quiero y que no quiero nada más, sabiendo que no te puedo esperar más y viendo como se me ahoga el alma.

Recuerdo tus pantalones, recuerdo tus camisetas, recuerdo tu chaqueta olvidada junto a mi vida, recuerdo mi mano sobre la tuya y mis ojos sobre los tuyos machacando nuestros cuerpos a base de amor. Necesito tus labios, necesito tus besos, necesito tu corazón y tus palabras, necesito tu actividad, necesito poder llorarte y rozar tus lagrimas, necesito balancearme sobre tus sentidos, repasar uno por uno tus movimientos y sentirlos con tanta fuerza que se me rompa el corazón…

Cae la noche y mi café sigue ahí, tirado, quizás mojado por unas heridas que me quedan de hace unos minutos.

No puedo creer que esté muerto, aquí tirado y rozando la sutileza de mis pensamientos con el suelo.

Aprieto mis ojos y me salen las lagrimas de manera temblorosa recordando como temblaba tu pierna cuando estabas cerca de mí… Y como temblaba yo por dentro cuando mi vista te alcanzaba.


No hay duda de que eres la chica de mi vida, eres la chica que amo, que me he dado cuenta tarde que eres la chica que puede decidir mi presente y mi futuro, la chica que me mueve, que me estremece, que me hizo brillar y vibrar como ninguna, que supo enseñarme a hacerme mayor, la chica que me enseñó sentimientos.


No puedo evitar pisar de nuevo el café arrojado, sigue ahí la mancha, se secará y quizás no quedara impregnado nunca su olor, pero el sabor persistirá en mis labios, en los tuyos…

Aprieto de nuevo los ojos y las lagrimas ya no tiemblan, simplemente también lloran, aprieto los labios y el agujero de mi garganta empieza a doler y a crear vacío.
Quiero besarte entera, rozar mis labios con tu piel y abrazarte como nunca te he demostrado que sé hacerlo.

Quiero quererte, quiero amarte y quiero rodearte con mis palabras.
Quiero embellecerme si estás a mi lado, quiero balancearme junto a tus matices, quiero apretar los ojos y que sea porque me los cierras tú, quiero llorar de pasión como me demostraste que se podía.

Cae la madrugada y sigo con mi pié derecho mojado, el color del calcetín ya no retornará nunca, estiro las piernas y hago “así” con los hombros, crujen e intento asimilar que mi corazón lo ha hecho mucho antes. Veo a mi alrededor y hay recuerdos, pero no estás tú, veo mi cama y te veo ahí, mirando el paisaje y sintiendo tu cuerpo, te veo fumando en mi balcón y yo frio y abrazado en tu regazo.

Te veo con bromas y ceños fruncidos, te veo entre cafés y cervezas entre asientos y metáforas. Sigo viéndote.
Quiero hacerte ver lo que yo no supe mostrar, quiero volver a cogerte la cara para rodearte con besos. Quiero tener lo que siempre he querido.

No quiero perder mi vida, no quiero perderte.


Caen los minutos y el café se seca, no hay servilletas en el royo de papel y solo quiero que pasen las horas para buscarte y encontrarte, para hablarte y pedirte que me hagas feliz.



Autor: Ricardo S.T.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Aros.

Y ahora, mientras las penas las va absorbiendo mi cafetera y veo como toda la noche y todos sus paisajes se quedan ahí fuera, justo detrás de mi ventana, pienso en tus aros, pienso en tus plateados y brillantes aros. Pendientes grises metalizados que crean una espiral de recuerdos.

Veo tus aros y veo tu imagen, veo tus labios y veo la mía.
Aros… me estremecí después de mucho tiempo sin verlos. Estabas sentada, apartándote el pelo detrás de la oreja esperando a que una brisa te refrescara.

Las puntas de tus cabellos rozaron tus aros, infinitos bucles de emociones que muestran tus matices…

Sueño con tus aros, sueño con tu complemento perfecto, te sueño.

Cuando cae la tarde busco verte, como cada día desde hace dos primaveras. Yo salía de casa, arreglado y puntual. Buscaba un entretenimiento y una excusa para besarte si te veía y seguir la estela de mi cometa fugaz.
Te veía y pensaba en ti, en tus aros, en tus labios, en tu pelo, en tu arena, en tu reflejo, en ti y en mí.

De eso no te quedaste ningún recuerdo, quizás una leve herida que condiciona tu carácter.
Mantengo la esperanza de que tu cariño quede guardado en algún lado, quizás cerca de ti, quizás en tus aros.

Y entre los aros de tus pendientes me perdí, me volví gris metalizado al son de besos y noticias tuyas y ya no hubo cartas de amor, no hubo día de viaje al mar, no me devolverán mis veranos perdidos y espero verte pronto salir de tu casa desde mi balcón, desde nuestras nubes y que conserves, aunque dure poco su significado, tus aros… Esos que me envolvieron en cierto momento nocturno.


Autor: Ricardo S.T.



PD: Va dedicado a ti, y espero que lo sepas... Pero también va dedicado a todos aquellos que se aburren diciendo tonterías que hacen menospreciar el trabajo y la ilusión que puedo poner a mis letras.