Ver tu nombre palpitando matices y estrellas que me hacen recordar como la mentalidad de la luna velaba por nuestro futuro, impaciente de besos, impaciente de ambientes idílicos llenos de perfección y bienestar a tu lado.
Párpados rendidos sobre mi pecho y la idea planificado de agotar nuestros cuerpos en el cielo de nuestra cama, con sensaciones de emociones palpables en nuestras caderas.
Verte mover de nuevo la cucharilla a conjunto con cafés y conversaciones que esperan estrellas nocturnas que vengan a cuidar de nosotros. Ver tus verdades enteras. Ver que no somos la copa rota ni la sangre que desprende la canción de nuestra vida.
Estremecerme al recordarte y querer olvidarte. Olvidarte y pensar que me equivocaba cuando prometí que seríamos eternos.
… Dejar de ver desde que supe que ya no me querías.
Abrir la ventana y escuchar el viento que susurra entre las rejas, las paredes, las hojas de los árboles, las miradas, los juegos, las mentiras, los besos… Cerrar la ventana y escuchar el ruido… El ruido del pasado. El ruido de tu risa. El ruido permanente de tu recuerdo.
Autor: Ricardo S.T.