Se daba cuenta de que de esos roces con la rubia y las guerras en su cuerpo eran de hacía ya mucho tiempo… -“Cómo pasa el tiempo”- repetía cada vez que intentaba hacer memoria para recordar su rostro. Sentía vértigo cada vez que volvía a preguntarse qué estará haciendo ahora esa chica que le cautivó muchas noches, varias tardes y alguna mañana en la que ella se dejaba raptar y huía de la clase y de los estudios.
Nuestro hombre, entre suspiros, sabía que otros habrán llegado a la vida de la rubia, que la escapada que ella prometió la habrá realizado con otro hombre. Quizás ella habrá conocido a otro chico con mirada oscura y negra y éste le habrá puesto nombre a todos sus hijos, o un adonis particular la habrá cubierto de dinero y de fiestas en terrazas veraniegas, llegando con un BMW, o Mercedes y regalándole noches de ginebra y apariencias. O tal vez ella siga buscando su estrella polar en los regazos de los muchachos descarriados… O, a lo mejor, ella seguirá sentada en su ventana viendo el tiempo pasar mientras fuma cigarrillos bajos en nicotina para intentar terminar con esa adicción que nuestro amigo le creó al enseñarle a fumar y, mientras se consumen esos cigarros, tal vez ella desea que ese humo llegue hasta nuestro chico y se fuerce el destino para que se vuelvan a ver…
El caso es que él estaba cansado y desfallecido cada vez que amanecía otro día, gris y triste, en el que recordaba a su inspiradora. Sin saber ni cómo ni por qué se asesinaba visitando algunas calles en las que los dos juntos pasaron mientras se enamoraban, quizás ella volvería a estar tan bonita y redicha en algún rincón de la ciudad.
Autor: Ricardo S.T.
(Este extracto pertenece a mi segunda novela, todavía por publicar. El título es todavía un enigma, tanto para mí, como para los seguidores que quieren leerme).
Gracias a tod@s por todo el apoyo incondicional que me dais.