sábado, 27 de noviembre de 2010

Hacinada.

Demasiadas maneras de recordarte, de volver al lugar donde nuestros bocetos están rotos y arrojados por el viento.

Vuelvo a escuchar el olor de tu sombra, a llorar por soñar contigo en un lugar lleno de canciones… Canciones que nos describan, que nos cubran en invierno y nos quiten el chaqué en verano.

Pero hace demasiados ocasos que me pesa este fracaso y solo puedo ver correo sentimental a tu nombre, ceniza de tu cigarro quemándome la vida y mi casa repleta de fantasmas que tú dejaste en mi cama cada vez que provocabas que perdiera el norte.

El tiempo incumple lo que prometió y se equivoca y erra en tus ojos. Dejó de lado un futuro intacto.

Ahora no ves que la culpa te abriga, piensas que quedan muchas cosas por vivir, muchos encuentros y muchas despedidas. Pero no te paras un segundo a pensar que quizás la canción que buscas no está dentro de un cofre en una isla desierta, quizás esa canción que siempre o casi siempre has buscado está en mi regazo, en mi pelo, en mis ojos y en mis primaveras. No piensas que éramos eternos antes de que te hacinaras con otros amores; Que nadie te haga pensar que nuestros besos no fueron los mejores amantes cuando mi vida ardía en tus labios.

No me gusta pensar que lo cambiaría todo a cambio de que este jodido mundo terminara en mitad de nuestro abrazo.

Tus ojos, tu nariz, tu aro, tus dientes, tus pasos cansados, tus besos y yo encogido en ellos sabiéndome contigo. Mi recuerdo enroscado en tu silueta. Que se abran las ventanas y dejemos que se marchen.

La nostalgia sabe a promesas solemnes de pertenecerte de por vida.
Te dejo como herencia el olor a la tristeza, la utopía desdichada, el recuerdo de otros… Mi amor de cuerpo y alma y mi sonrisa en el suelo.



Autor: Ricardo S.T.