Una plaza empedrada y melodías etílicas correteando por las caderas de los espectadores.
Diez mil pensamientos cruzaban mi cabeza esperando a que se encendiera la chispa que desatara la noche.
Fiesta, guirnaldas de verano y brindis por la amistad y por el amor y sus fracasos.
Y entonces te veo entre la multitud. El aire no corre, la música se para. No hay grillos cantando ni nadie a mi lado. Solo está tu pelo, ondulado y suelto balanceándose, y tus ojos cansados, tus labios mojados.
Flotas cuando bailas, y lo haces en diapositivas mientras la música corre entre tus caderas y el alcohol fluye por tus venas.
Sombras y vaho a tu alrededor, miradas al cielo y suspiro al suelo, cuatro de la mañana.
Reacciono y la música golpea mis oídos, pestañeo y no puedo dejar de seguirte con la mirada. Me acerco a ti. Algo en mi pecho se tensa.
-¿Cómo estás?- Sonrisa.
Escucho el rumor de la gente mientras te beso en la mejilla. Adoro tu perfume. Te tengo otra vez cerca después de perderte a miles de kilómetros lejos de este continente.
-Nos vemos luego- Te digo.
-“Adiós”-respondes.
…
Te quiero… Me lo callo.
Y de tanto tensarse, lo del pecho se rompió.
09:30 de la mañana, el sol golpea en mi ventana mientras pienso en paisajes pasados, ritmos futuros, y tú a mi lado y muriendo de sueño.
Autor: Ricardo S.T.
3 comentarios:
Cuanto amor y cuanto dolor para un solo corazon.Besos
Escribi un comentario pero creo que fallo algo y no salio....
Eres grande de corazon y jamas vi tanto amor en el....sigue asi y no cambies nunca por nada ni por nadie...
Muchas gracias, Maria, gracias por leerte mis relatos y por ese apoyo que me das con cada comentario.
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