martes, 11 de septiembre de 2012

Viento del último baile lento.

   Y la presión volvió a apoderarse de él. Estremecido, se rindió al temblor y a la respiración profundamente rápida.

    Explotar es lo que necesitaba, revivir al golpe de emociones para soltarse y escapar de la losa que le deshace con cada mirada al cielo, al cruce del avión que estelea de blanco el azul y el oscuro de madrugada, con el claro de luna atormentado mientras rasga la frágil resistencia de mi pupila reflejada en la cuchara de tu café que trata de refugiarse agazapada hasta que se vuelva fulgente.

Las noches que me atrevo a pensar cómo tratar de convencer al carbónico para que baile, a mentirle para evitar que la verdad me cace, para hacer raptar su tinta y poder desaparecer atado en la cinta de su pelo, y amanecer acorralado sabiéndome desgarrado al adivinarme tendido descubriéndome a mí mismo lo que siento cuando digo que miento al fugarme con el primer viento que tinte el último baile lento, la última presión blanda que vuelve a mí, aquí.


Autor: Ricardo S.T.