lunes, 19 de enero de 2009

Cuadrar el círculo de esta obsesión...

Una mañana gris y desencantada, yo con la mayoría de horas de mi errante despertador en mi insomniolenta posesión, vi que aquél no iba a ser un hitoso y prodigioso día para la posteridad.

Salí de mi casa, salí de mi cama.

Recordé mis haceres y olvidos, recorrí con esos pelos y cuero por doquier la hacera con destino de tinta por echar y folios DIN A4.

Mientras las caramelizadas suelas de mis ya desgastadas y quizás más grises de lo que acostumbran, zapatillas iba rozando la ciudad de cemento y madrugón, iba yo pensando que hoy, como otros tantos, llegaría después de que los pilares rectilíneos que marcan la historia anduvieran por la hora fijada.

Entre rayos de luz y otros matices, y con una mañana algo más precisa y clara, rocé el aire que besaba plantas, bancos, arboles y balancines…

Vista izquierda, vista derecha, despertadores y cafeteras.
Vista hacia, quizás, una posibilidad emocional y pseudosentimental… Posibilidad inaudita e imprecisamente realizada.

Rocé con deslizante licra un lugar de madera. Rocé apoyo reconocido… Pensé si ese banco sería mi guarida para los cuarenta y dos minutos que restaban para la siguiente hora marcada.

Nada más lejos de la realidad, vi como el tercer piso quedaba inaugurado una mañana más… Tercer piso de tiempo de paso y jodidos días. Ví como en aquel tiempo podía juntar letras y escribirme en aquella mañana. 29 Minutos más tarde resumo lo que ahora es mi día.

Y ahora, al lado de años más largos, miro la hora en la pantalla… Pensaré en marchar… No sea cosa que los pilares… (Bla, bla, bla).


Autor: Ricardo S.T.

viernes, 9 de enero de 2009

T'estime, t'estimo, t'estim.

Te veo rayando corazones, borrándolos quizás…

Estás cogiendo las riendas de mi rebelión subiendo el cuello de tu suéter, acercándotelo, deslizándotelo, preciosa, por tu textura.
No puedo remediarlo, cosita, tu mirada me provoca.

Tu piel blanca, preciosa, me enamora, tus ojos al brillar me vuelven a hacer vibrar… Como en aquél Octubre.
Recostada estás, tu brazo vestido con tu suéter desnuda mi mente, tu brazo está doblado, haciéndote descansar, mientras, miro tus labios, esos que se me acercaron una vez, esos que fueron eternos… Esos con los que sueño… Te sueño, bonita.

Y tu pelo, ondulado, roza y siente tu cara.
Azuléame otra vez, preciosa, quiero sentir como mi rojo se azulea en tus ojos.

Delicada, bella, mantienes tu compostura; Chaqueta marrón, cosita, me excita.
Y en esta mañana de Enero, fría, la haces hermosa… demasiado como para no hacerme vibrar… Otra vez.

Desliza marcando el camino de negra tinta, mientras su rostro goza de belleza, su rostro precioso, hermoso. Sus ojos, al brillar… me miraron.
Sus labios tensos, me besaron. Felicidad física, emociones pasadas florecen para sentir, para sentirte, para volver a desearte, volver a amarte, seguir con mi entrecerrada mirada que, con húmedos cristales, vuelve a recordarte e imaginarte, vuelve a ver esa imagen de tu brazo en mi regazo, de tu brazo vestido de suéter alzado, agarrado por la manga con apenas tres dedos y dibujando entre el vaho de la ventana tu símbolo, nuestro símbolo. Y me enamoré.

Mientras espero por quemarme yo pensando en tu sonrisa.
Quiero que me dibujes con tus dedos… Y te digo quién eres.

Intensificar mis emociones.
Revivir tus dulces emociones.
Empezar de nuevo.
Naturalmente amarte, otra vez.
Emigrar cerca de tu cuerpo…

Ojalá pudiera volver a aquel concierto, respirabas a mi lado, melodías fluorescentes nos hacían vibrar, bellos sueños bailaban sobre ti, amor, mientras acariciaba tu pelo… Me marcó, señalado… agarrado de tu cintura y en el hueco del eco de tu voz, un trocito de canción… No podía describirlo mejor:

T'estime, t'estimo, t'estim.

Autor: Ricardo S.T.