miércoles, 5 de octubre de 2011

2º Extracto de la nueva novela de Ricardo Semper Trilles.

Noire vio como Gastón cada vez hablaba menos con él y más con los numerosos grupos de amigas, intentando seducir a cualquiera de ellas, así que se resignó al final de la barra, pidiéndole esta vez al camarero una tónica, sola, sin alcohol.

 De fondo el rumor de mil bailes y humos retumbaban en su corazón, despertando a los pájaros de su cabeza echando de menos el dulce sortilegio de tener una sonrisa a su lado cada noche en su cama.

 Había varias parejas amándose de una forma respetuosa y formal. Él no se atrevía a seguir los pasos de ninguna chica solitaria y seguía dándole vueltas al hielo de su tónica… Noire, absorto, mordía la pajita con la que bebía.

 Casi sin darse cuenta se fijó en una muchacha que, a su lado, hacía puntillas y se apoyaba en la barra tratando que el camarero la escuchara para pedirle una copa. De repente algo cambió en su estado de ánimo. Se fijó en la flor en el pelo negro de la chica, en su muñeca llena de pulseras y en su sonrisa brillante por el gloss de sus labios. Le hacían gracia los saltitos que daba la muchacha para que el camarero le dedicara algo de tiempo, así que Noire, también casi sin darse cuenta, inició conversación con la chica, diciéndole sin pensar –“Este camarero no te hace ni caso, ¿eh?”.

 La chica, algo alterada, asentó mirando a Richard a los ojos y diciéndole –“Ya ves, está todo el rato en la otra punta de la barra, no viene hacia aquí, y yo quiero mi gintonic”. –“¿Gintonic?”- preguntó asombrado Noire. –“Eres de las mías, voy a ver qué puedo hacer”.

 Richard se fue al otro extremo de la barra, y haciéndose sitio entre la gente que demandaba bebida logró hacerse hueco al principio de la barra, donde desde allí veía a la chica, mirándole algo extrañada. En pocos segundos consiguió la atención del camarero, al que le pidió y pagó un gintonic. Volvió hacia donde estaba ella, -“Toma, ¡te lo he conseguido!”- exclamó Noire. -“Vaya, muchas gracias, eres mi héroe. ¿Cuánto te ha costado?”- respondió la chica de la flor en el pelo. -“Nada, invita aquí el héroe”- repondió Noire.

 Ambos sonrieron sin saber muy bien qué hacer, pero sorprendentemente la muchacha le reprochó –“Bueno, ya que no quieres que te de dinero, ¿quieres que te de mi nombre o tampoco?”.
 Noire pestañeó nervioso, no esperaba esta situación tan repentinamente. –“Claro, yo soy Richard”- dijo. La chica de las pulseras en la muñeca le contestó: -“Ohm, así que Richard… Yo soy Chloë, encantada”.

Autor: Ricardo S.T.

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