martes, 13 de octubre de 2009

Avenida.

Y sigo aquí, bajo la luz de mi lámpara que hace que la silueta de la taza se refleje contra la pared, justo al lado del despertador… Y qué pena que mire la hora y sean las tres de la madrugada y tú no estés a mi lado.

Hoy he echado la vista atrás y te he recordado como me gusta recordarte, brillante y guapa sonriéndome, abrazándome desde la cintura y mirándome como lo hacías hasta culminar con un beso que ahora, si intento recordar, solo noto un sabor que me amarga.
Recuerdo tu delicadeza y tu versatilidad al moverte, al bailar usando tus caderas con vitalidad y haciendo que deseara que me siguieras manchando de carmín mis labios.

Ahora te mancho yo, pero con el tinte de mis letras, te marco y te pido que mires mis ojos mientras te dibujo y espero que recuerdes momentos mejores y que con ellos ates unos minutos de tu vida y te dejes llevar como lo hacías cuando yo estaba cerca.

Te escribo recordándote que agachabas la cabeza y me mirabas de esa forma tan pícara mientras te acercabas y me susurrabas tus cosas al oído.
Te veo y pienso en mi mano deslizándose por tu pelo y la tuya acariciándome la cara, y yo con el bello de punta y tú pestañeándome cerca, tanto que el aleteo de tus pestañas me embriagaba junto a tu perfume, ese que ya no olvidaré y que sigo notando si estas cerca.

Te veo y pienso en situaciones y elecciones, en verdades y en mentiras…

Qué pena que mire el reloj y marque algunos minutos más de sueño robado. Me asomo a la ventana y no veo a nadie, solo a esa calle con la que soñé ir acompañado de ti, contando anécdotas… Pero ayer volví a ir solo, de madrugada… Como todas las noches… Solo y mirando la acera, cada recuadro y cada línea matizada de asfalto que se junta con el arcén de la carretera, vuelvo a ir solo y pesando en lo anterior, en el pasado, en días atrás, quizás en meses.

Vuelvo solo entre palmeras y edificios, ruedas de coche y semáforos que se ponen en verde.
Veo de lejos el final del camino, tendré que girar a la izquierda dejando atrás esta avenida. Avenida en la que te he soñado muchas veces, avenida en la que se junta el frio y los corazones calientes.

Sigo andando y ahora hago crujir la espalda y se oye un grillo en un árbol rompiendo el silencio que simboliza esta calle… Se calla tras mis pasos y lo dejo atrás.

Parpadea la luz del semáforo y veo que, como ella, una sí y una no, sigo solo, sin ninguna figura verde que me indique que puedo seguir adelante.

Estoy llegando y sigo con la mirada agachada mirando mis pasos. Por fin algo rompe la monotonía: un coche con dos asientos ocupados, con un asiento que hace compañía al volante.

Necesito que te vuelvas e intentes recordar malos vicios y risas, chaquetas y besos.

Qué pena que ahora mire el reloj y la madrugada sea la única acompañante que me vea y me escuche, la única acompañante que sepa que quiero olvidarte y estar contigo.



Autor: Ricardo S.T.

4 comentarios:

^^ dijo...

Precioso, ya lo sabes :)

Anónimo dijo...

esta no esta en tu libro y me encanta ¿por que? tienes previsto publicar otro libro? adelante,esta fiel lectora te apoya,eres muy muy bueno,no sabria cual elegir,te mando muchos animos.

Anónimo dijo...

estoy leyendo tus historias,me encantan,sobre todo la titulada,la batalla,hay majo,seguro que esta historia hay algo de verdad.sigue escribiendo porque eres fantastico,osea uh buen ESCRITOR

Anónimo dijo...

uy que bonitoooooooooooooooooooooooooooo amigooooooooooooooooo de la almmmmmmmmmmmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa