lunes, 7 de septiembre de 2009

Corazón de color café.

Mi corazón se acelera y estoy deseando que se pare, me cae el café mojándome los pies cuando me dices tus noticias, cuando me dices tus decisiones… Cuando decides dejar mi vida al azar y hacer que me desprecia cada vez más.

Mi corazón se cae y se hunde, recuerdo palabras y vaho, frases y maletas, te recuerdo y no veo mi vida sin ti, no veo un segundo sin tus manos ni tu risa, no me veo si no estoy a tu lado.

Vuelvo a recordar paisajes y memorias, como te miro y te escucho, tu sonrisa formándose en tus labios mientras me cuentas tus cosas, tus caderas llenándose de emociones y matices que hacen suturar mi corazón.
Sensaciones nerviosas y punzantes me recorren el cuerpo pensándote, sabiendo que ya nada justifica nuevas promesas, sabiendo que te quiero y que no quiero nada más, sabiendo que no te puedo esperar más y viendo como se me ahoga el alma.

Recuerdo tus pantalones, recuerdo tus camisetas, recuerdo tu chaqueta olvidada junto a mi vida, recuerdo mi mano sobre la tuya y mis ojos sobre los tuyos machacando nuestros cuerpos a base de amor. Necesito tus labios, necesito tus besos, necesito tu corazón y tus palabras, necesito tu actividad, necesito poder llorarte y rozar tus lagrimas, necesito balancearme sobre tus sentidos, repasar uno por uno tus movimientos y sentirlos con tanta fuerza que se me rompa el corazón…

Cae la noche y mi café sigue ahí, tirado, quizás mojado por unas heridas que me quedan de hace unos minutos.

No puedo creer que esté muerto, aquí tirado y rozando la sutileza de mis pensamientos con el suelo.

Aprieto mis ojos y me salen las lagrimas de manera temblorosa recordando como temblaba tu pierna cuando estabas cerca de mí… Y como temblaba yo por dentro cuando mi vista te alcanzaba.


No hay duda de que eres la chica de mi vida, eres la chica que amo, que me he dado cuenta tarde que eres la chica que puede decidir mi presente y mi futuro, la chica que me mueve, que me estremece, que me hizo brillar y vibrar como ninguna, que supo enseñarme a hacerme mayor, la chica que me enseñó sentimientos.


No puedo evitar pisar de nuevo el café arrojado, sigue ahí la mancha, se secará y quizás no quedara impregnado nunca su olor, pero el sabor persistirá en mis labios, en los tuyos…

Aprieto de nuevo los ojos y las lagrimas ya no tiemblan, simplemente también lloran, aprieto los labios y el agujero de mi garganta empieza a doler y a crear vacío.
Quiero besarte entera, rozar mis labios con tu piel y abrazarte como nunca te he demostrado que sé hacerlo.

Quiero quererte, quiero amarte y quiero rodearte con mis palabras.
Quiero embellecerme si estás a mi lado, quiero balancearme junto a tus matices, quiero apretar los ojos y que sea porque me los cierras tú, quiero llorar de pasión como me demostraste que se podía.

Cae la madrugada y sigo con mi pié derecho mojado, el color del calcetín ya no retornará nunca, estiro las piernas y hago “así” con los hombros, crujen e intento asimilar que mi corazón lo ha hecho mucho antes. Veo a mi alrededor y hay recuerdos, pero no estás tú, veo mi cama y te veo ahí, mirando el paisaje y sintiendo tu cuerpo, te veo fumando en mi balcón y yo frio y abrazado en tu regazo.

Te veo con bromas y ceños fruncidos, te veo entre cafés y cervezas entre asientos y metáforas. Sigo viéndote.
Quiero hacerte ver lo que yo no supe mostrar, quiero volver a cogerte la cara para rodearte con besos. Quiero tener lo que siempre he querido.

No quiero perder mi vida, no quiero perderte.


Caen los minutos y el café se seca, no hay servilletas en el royo de papel y solo quiero que pasen las horas para buscarte y encontrarte, para hablarte y pedirte que me hagas feliz.



Autor: Ricardo S.T.

No hay comentarios: